Quien lo hereda no lo hurta...Gracias Papá!


Mi papá y yo!!

Dicen que lo que se hereda no se hurta. Y es muy cierto. Crecí rodeada de manjares preparados por mis abuelas, y también mi abuelo (que por cierto, sin que nadie se entere, era quien cocinaba más rico). Lo recuerdo siempre inventando algo en la cocina. Yo le acompañaba y le ayudaba con sus “embelecos”.

También recuerdo que cada ocasión especial daba paso a una degustación infinita de platos preparados por diferentes familiares. Cada uno se encargaba de preparar su especialidad. Cada celebración giraba en torno a la comida, como sucede en casi todas las familias puertorriqueñas.

Una muestra de las delicias que prepara mi papá.
No crecí con mi papá a mi lado. Cuando era pequeña, él dejó la Isla para servirles a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. No lo veía frecuentemente, ni conocía sus gustos, pero un día, hablando con él, ya un poco más grande, pude percibir la pasión que sentía por la cocina y todo lo que tenía que ver con ella. Luchó y trabajó hasta que se convirtió en chef. Me sorprendí mucho, porque ya para ese momento yo había decidido comenzar a laborar en la industria de alimentos, específicamente como mesera en un restaurante y trabajando para un catering de un amigo.

Actualmente estamos lejos. Él, con la misma pasión por la cocina, que demuestra en cada plato preparado para sorprender a amigos y familiares. Yo, escribiendo sobre mis experiencias, gustos y pasiones. Nos une el mismo interés de hacerles la vida deliciosa a las personas con quienes nos encontremos en el camino.


Lo último que probé hecho por él.

¡Papá, felicidades! ¡Eres y seguirás siendo el mejor chef del mundo! Te amo.

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