De repente es
bueno cambiar la rutina. Una de mis lugares preferidos es el área oeste de
nuestra isla. Tomar la ruta del norte bordeando la costa de nuestra isla hasta
llegar a Cabo Rojo. Esta vez, cambiamos la ruta y nos dirigimos a Porta del Sol, por el sur. A veces no nos
percatamos de todos los paisajes hermosos que podemos encontrar en nuestra
isla. No es mi ruta preferida pero la verdad es que todos esos montes verdes,
vegetación por doquier y la espectacular vista de ver el Mar Caribe desde lo
alto de nuestros cerros, no tiene precio.
Ya casi
llegando a nuestro destino decidimos parar en una peculiar casita de madera con
frutas frescas en la carretera de Lajas hacia Cabo Rojo. Estos, además de vender
la fruta fresca, preparan refrescantes frappés con las mismas. Al solo ver lo
lleno que se encontraba el lugar nos animamos a probar uno de estos. Ordené el
de fresa y mangó y también el de frutas mixtas. Ambos muy deliciosos. Se podía
sentir el sabor de la fruta en cada sorbo. Ya habiendo recargado baterías con
la bebida, decidimos seguir nuestro camino hacia Boquerón, Cabo Rojo.
Llegando al
Poblado de Boquerón, rápido sentimos los aires relajados en el ambiente. Las
personas estaban caminando en familia
disfrutando del día soleado que hacía. Pronto nos decidimos a probar unas de
las delicias que ofrece el pintoresco poblado. Teníamos un solo problema y es
que no podíamos decidirnos por una sola. Demás está decirles que con el antojo
que traíamos, comimos un poco de cada una de ellas.
Comenzamos
visitando a Vivian, una mujer que ha dedicado más de 30 años de su vida
ofreciendo las otras y almejas más frescas del poblado. Su singular manera de
interactuar con sus clientes, entre chiste y chiste, hace que te comas una
docena de ostiones y ni cuenta te das. Su mesa está situada justo en la entrada
principal del Poblado de Boquerón.
Ir a Cabor
Rojo y no comerse un buen pastelillo de chapín, jueyes o camarones es como no
haberlo visitado. Justo al lado del restaurante Tattoo Café se encuentra Aida
atendiendo lo que es la estación de frituras de dicho restaurante. Con su
amabilidad, buen humor y sus ganas de agradar al cliente hace que no puedas
comer solo uno de ellos. Terminé probando los pastelillos de chapín, pulpo y
jueyes. Todos hechos a mano por Aida. También ofrece piononos entre las
frituras. Esto los tuve que probar ya que en lo que estuvimos allí, le hicieron
una orden de 2 docenas para llevar a California. Y créame yo hubiera hecho lo
mismo porque estaban muy buenos.
Más tarde
en el día decidimos cenar en Tattoo Café & Restaurant. Estos son famosos
por sus mojitos, pero también por sus especialidades culinarias: alitas y los
aguacates rellenos. Como ya habíamos comido tanto en el día, nos decidimos solo
por ordenar el plato principal. Aguacate relleno, obviamente. Uno de churrasco
y otro de camarones al ajillo. Estos aguacates son servidos en una cama de
mofongo y los acompaña una ensalada. Simplemente deliciosos. El churrasco
cocinado a la perfección en una salsa teriyaki preparada en la casa. La porción
es bastante generosa y los aguacates se sienten frescos. No podíamos terminar si probar un refrescante
mojito.
Para
terminar nuestra estadía en el Poblado de Boquerón, decidimos darnos una
vueltita más a ver qué encontrábamos. No nos fuimos de allí sin visitar los pinchos
de Los Polacos. Allí ordenamos unos pinchos de tiburón que estaban
espectaculares. Decidimos también dar la vuelta por los pastelillos de Tattoo
Café y darle una última visita a Vivian en su puesto de ostiones. Ya estábamos
listas para comenzar nuestro viaje de regreso al área metro. Aunque nos
hubiéramos quedado par de días más.